¡Hola a todos!
Se acerca el verano y siempre saco un rato para escribir una o dos entradas en estos meses más relajados cuando tengo un poco de tiempo.
Hoy la entrada se titula como uno de mis personajes favoritos del cine. Harry el Sucio o Dirty Harry. Ese maravilloso antihéroe creado por Don Siegel y Clint Eastwood.
Y es que los dentistas que ejercemos con cierta ética somos un poco como Harry el Sucio. No porque llevemos un Magnum 44, demos miedo, nos llevemos mal con los superiores o maltratemos a los maleantes, si no porque precisamente porque tenemos ética profesional, también hacemos el trabajo sucio y decimos verdades.
Y la mayoría os preguntareis qué es el trabajo sucio. Pues el trabajo sucio es el mantenimiento. El mantenimiento de todos los trabajos a lo largo de los años. Vereis, escribo esta entrada porque por desgracia o bien los pacientes abandonan la fase de mantenimiento, o bien los dentistas (y en esto las cadenas y franquicias caen mucho) no lo ven tan importante. He escrito esto de cadenas y franquicias porque por desgracia he visto a varios pacientes ultimamente a los que el mantenimiento periodontal (de encías) nunca se les ha realizado correctamente, y pacientes que se preocupaban por su boca sinceramente y acudían cada 6 meses a la consulta de uno de estos establecimientos no recibían la terapia necesaria.
Yo entiendo que colocar muchos implantes es lo que prima para ellos, pero el mantenimiento es vital y al final somos profesionales de la salud y debemos ir a un modelo de prevención por encima del tratamiento. Hay gente que pensará que las higienes cada 6 meses, las revisiones anuales y algún que otro pequeño empaste de vez en cuando son un engorro y ya irán cuando les duela. Los empresarios dentales dirán que eso quita tiempo para andar poniendo implantes en bocas y que eso no es rentable. Y claro con estas dos filosofías de cuidado dental vamos fatal. Así, el pequeño problema de encías que tienen algunos deriva en periodontitis (piorrea) galopante, esa pequeña caries en gran destrucción de diente y así hasta ir perdiendo poco a poco los dientes. Y así acaba la gente o bien con dos dentaduras postizas o bien con muchos implantes y con dentaduras postizas pero atornilladas a implantes, hechas en cerámica y preciosas, pero postizas al fin y al cabo.
Y luego está un clásico en la consulta dental. El paciente que se ha rehabilitado hace 15 años la boca, se ha puesto todo fijo y después de la última cita donde le ponen los puentes y fundas se despide del dentista, le da las gracias por los servicios recibidos y le dice: ¡Hasta la vista baby! Y no se le vuelve a ver el pelo por ningún dentista nunca más. Después de 15 años acude a la consulta con muchos dolores y varios dientes bailando la conga. Y empieza el dialogo:
Dentista: ¿y cuando fue la ultima vez que visitaste un dentista?
Paciente: Hace 15 años.
D: ¿Nunca te dijeron que debías acudir a revisiones y limpiezas?
P: No, ¿cómo iba a saber yo que debía hacerme limpiezas si me había puesto todo nuevo?
D: Bueno es normal hacer revisiones de la boca de vez en cuando.
P: ... (Silencio incómodo)
(Dan ganas de decirle: Venga, alégrame el día. Tal y como me han sugerido mis amigos Agurtzane Meruelo y Francisco Teixeira.)
Mientras tanto los dentistas "Harry el Sucio" se preocupan en hacer bien su trabajo. Hablan con sus pacientes y diagnostican la situación (Harry el Fuerte). Realizan el tratamiento adecuadamente, bien sea unos pocos empastes, un mantenimiento de encía, tratamiento rehabilitadores complejos o tratamientos estéticos de alto nivel (Harry el Ejecutor) y tratamos de evitar el Impacto Súbito y La lista negra que son las otras secuelas de la serie de cine (https://es.wikipedia.org/wiki/Harry_el_Sucio).
Lo que me sorprende del tema del mantenimiento es la percepción de que lo que los dentistas ponemos en las bocas es para toda la vida, hagamos lo que hagamos, y que incluso la boca propia no necesita mantenimientos.
Si hicieramos el simil del coche, que yo utilizo a menudo, cuando tenemos todos nuestros dientes definitivos a los 15 o 16 años (y siempre que no hayamos sido unos cafres y ya tengamos empastes en muchos dientes hasta que nos han salido los últimos molares) es como si llevaramos un Rolls Royce
recién salido de la fábrica (podeis cambiarlo por un Ferrari o cualquier otro vehículo de superlujo). Pero es que a ese Rolls hay que hacerle las revisiones y los cambios de aceite, ruedas, líquido de frenos, etc para que vaya como una seda. Si no lo hacemos se estropea y empieza a tener que recibir parches. Si por ejemplo rompemos el motor por no ponerle aceite, el motor nuevo que ponemos puede ser bueno, pero no es el original del Rolls. Puede ser un motor de un Mercedes-Benz o de un BMW (en verdad ya sé que Rolls Royce automóviles es de propiedad de la compañía bávara), de un Renault o de un puñetero Lada soviético de los años 70, eso solo depende del profesional al que visites. Así que ya no va tan bien tu Rolls y requiere de un mantenimiento extra porque ya no es todo original de fábrica. Si alguien decide dejar su Rolls Royce abandonado a su suerte sin mantenimiento en un descampado y de vez en cuando siendo mal utilizado para arar la tierra pues va a haber un momento que se fastidirá del todo. En ese momento, por mucho dinero que tengas, aunque seas el hijo unico heredero del Sultán de Brunei y te hayas casado con la hija de Carlos Slim y tu padrino de boda sea Amancio Ortega, incluso así, solo te podrás comprar un BMW (poned la marca comercial de coches que más os guste de nuevo). Ya no puedes volver al Rolls.
Y este nuevo coche también necesita un mantenimiento. Y a veces más mantenimiento si cabe, porque las piezas quizá ya no sean tan buenas y los acabados y ajustes tampoco. Así que una vez adquirido el nuevo vehículo volvemos a recibir un cuaderno de mantenimiento que debemos mantener al día. Y sí, los mecánicos hacen ese trabajo sucio y nosotros los dentistas también hacemos el nuestro. Mantener y reparar. Así que si alguien no os habla de fase de mantenimiento es que algo no va bien, y si alguien os da "garantías de por vida" preguntadle exactamente que quiere decir eso, a ver si va a encargarse de mantenerlo y cuidarlo. Porque si es de boquilla ya os aseguro que esos tratamientos se van a ir al garete y después por mucha garantía que se de, se va a tener que pasar por un nuevo tratamiento dental (y muchas veces pagando de nuevo).
A mí me gusta como al que más realizar los tratamientos más agradecidos, pero después hay que estar en las revisiones, confirmando que todo permanece estable, Que las fundas no tienen caries debajo, que no se acumula placa y suciedad, que los implantes están sanos, que los dientes no tienen problemas de encías, que no hay empastes rotos o filtrados, que la cerámica no se rompe y que los tratamientos de ortodoncia siguen estables. De qué sirve gastar dinero en el dentista si no se cuida la inversión en el largo plazo. Los pacientes se hacen un flaco favor no acudiendo a revisiones, los problemas derivados de no hacerlo suelen ser mucho más caros que la revisión. Justo como cuando no hacemos los cambios de aceite y neumáticos en nuestro coche.
Cuidad de vuestro Rolls Royce, buscad un dentista Harry el Sucio que no tema deciros verdades.
El título de este blog se deriva de la "Cocina sin chorradas" de David De Jorge. ¡Qué grande eres Robin Food! La Odontología sin chorradas es un blog que trata de acercar la odontología al público en general, sin tecnicismos innecesarios. Pero tambien es una crítica a la odontología que trata de adornarse innecesariamente. Los tratamientos de la más alta calidad no necesitan arreglarse ni ponerles nombres pomposos. Propongo información sencilla para quien va al dentista o para otros colegas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te gustó coméntalo, si no te gustó... también!