Normalmente suelo excusarme por no haber escrito más a menudo, pero hoy no lo voy a hacer porque he estado terriblemente ocupado desde mi última entrada y mientras no hagan los días de 30 horas (cosa que a algún gobernante le encantaría para que subiera la dichosa productividad) no voy a poder disponer de mucho tiempo.
Hoy voy a escribir sobre la crisis, pero en clave dental. Como ya he dicho, cada vez odio más esta palabra, ¿y cómo no? La tenemos hasta en la sopa y no se libra nadie, ni la Baronesa Thyssen!